domingo, 21 de marzo de 2010

¿Hija de una leona?

... ¿Hija de la MGM? Ya sería bueno. Es sólo una autoadaptación del título de una película australiana "Son of a lion"; nunca lo hubiera adivinado, hubiera apostado a que era paquistaní porque es ahí donde se ambienta, pero bueno, he aprendido a apreciar el cine regionalista, desde "Ciudad de dios" hasta "La teta asustada", pasando por miles más. Y es que el cine regionalista es tan expresivo, muestra la verdadera idiosincrasia de un pueblo, su forma de vida, su cultura, su folklore, sus costumbres, y muchas redundancias más en metáforas no sólo visuales sino también líricas a través de la construcción de sus guiones aparentemente autóctonos, dándonos una extraña sensación de cercanía a la escena mostrada. Es realmente un arte.

En esta película que en particular llamó mi atención por parecerse a la parte marroquí en "Babel", el padre, fabricante forjador y apasionado de las armas, desea que su hijo le siga los pasos, craso error en muchos padres, el de querer forjar (obligar) a nacer una pasión no nata como señal genética de que todo está bien. Y una vez más el niño no muestra interés, él sólo quiere ir a la escuela, pero su padre sólo quiere que él sea su sucesor. Creo personalmente que se muestran muchos elementos contrarios en el filme pero adrede, por ejemplo decir como saludo bandera: "Que la paz sea contigo", cuando su afición es la creación y manipulación de armas, que a nada bueno nos lleva.

En el filme se puede apreciar perfectamente la belleza de esos pueblos del medio oriente retratada en visiones costumbristas de simple hechos cotidianos, como sus ritos religiosos, sus hábitos para comer, sus conversaciones, sus paseos por la ciudad, sus prácticas formas de solucionar todo pacíficamente, lo cual elocuentemente nos lleva al nudo del film en el cual se da a entender de que Sher Alam, el forjador de armas no es una mala persona, porque ama lo que hace como arte, que malas son las intenciones de otras personas a través de los fines que le dan a esas armas... y se abre todo un debate.

Niaz, su hijo, le cuenta su ilusión y sueño de todo "buen niño" de ir al colegio, pero el padre se opone rotundamente sin darse la oportunidad de escuchar y entender buenas razones, las motivaciones de su hijo. Como posteriormente la abuela le menciona: "No todos tenemos los mismos sueños, tampoco el mismo móvil", parece entenderlo porque al final acepta y ambos cumplen su parte del pacto, Niaz irá al mejor colegio que su padre pueda darle y Sher le enseñará también el arte del manejo de las armas. Conmovedor final. Al menos para mí, ya que estoy pasando por un momento muy similar, y sería el final perfecto y más que conmovedor que el final de mi historia fuera igual al de esta película, que todo terminara en una tregua por la felicidad mutua de dos personas que dicen quererse.

No está de más mencionar el buen acompañamiento que hace la banda sonora, una buena sumergida por los sentimientos de los personajes, sus vivencias, y una aproximación más que segura a este mundo ajeno a nosotros.

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